lunes, 15 de septiembre de 2008

Final

Ay, ay, ay -dijo Oliveira, balanceándose en la ventana-, y yo que creía que las farmacéuticas eran tan educadas.

-¿Vos te das cuenta? -dijo Traveler-. Estuvo gloriosa.

-Se sacrificó por mí -dijo Oliveira-. La otra no se lo va a perdonar ni en el lecho de muerte.

-Para lo que me importa -dijo Talita-. "Con medialunas fresquitas", date cuenta un poco.

-¿Y Ovejero, entonces? -dijo Traveler-. ¡Libros en francés! Che, pero lo único que faltaba era que te quisieran tentar con una banana. Me asombra que no los hayas mandado al cuerno.

Era así, la armonía duraba increíblemente, no había palabras para contestar a la bondad de esos dos ahí abajo, mirándolo y hablándole desde la rayuela, porque Talita estaba parada sin darse cuenta en la casilla tres, y Traveler tenía un pie metido en la seis, de manera que lo único que él podía hacer era mover un poco la mano derecha en un saludo tímido y quedarse mirando a la Maga, a Manú, diciéndose que al fin y al cabo algún encuentro había, aunque no pudiera durar más que ese instante terriblemente dulce en el que lo mejor sin lugar a dudas hubiera sido inclinarse apenas hacia fuera y dejarse ir, paf, se acabó.

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